El estallido social vivido por nuestro país en los últimos días, y que lamentablemente ha costado la vida de algunos compatriotas, son el fiel reflejo de una crisis solapada que se fue incubando durante décadas y a la cual la clase política no fue capaz de dar respuesta ni leer a tiempo.
Los tiempos de crisis deben ser entendidos como puntos de inflexión que permiten recoger las demandas de una sociedad que se siente marginada de los grandes acuerdos al ver pasar el carro del progreso ante sus narices sin ser invitada a subirse a él.
Cada proceso tiene su propio ritmo, suscita emociones personales y colectivas, generando una variedad de planteamientos que en su gran mayoría se han dejado sentir en caceroleos y multitudinarias protestas pacíficas que no distinguen segmentos sociales.
El Estado de Emergencia y el toque de queda decretados por la autoridad para enfrentar el estallido social, nos retrotraen a un pasado que pensábamos haber dejado definitivamente en el olvido.
Sin bien, el deber de toda autoridad es cautelar el orden público, medidas como las anteriormente nombradas deben ser por un tiempo prudencial.
Aunque nuestro país es líder en la región en índices macroeconómicos, al aterrizar esas cifras queda al desnudo una gran desigualdad social que se hace urgente enfrentar.
Los anuncios dados a conocer por el Gobierno apuntan en la dirección correcta, pero deben ser un primer paso para lograr una serie de reformas estructurales que se deben abordar insoslayablemente para evitar que estalle la olla a presión en la que se ha convertido Chile.
Los bajos sueldos, las paupérrimas pensiones, el precario servicio de Salud y Educación que entrega el Estado, las alzas constante de los combustibles y de los servicios básicos, lo que se suma a la colusión de las grandes empresas y los abusos de las AFP y las Isapres, son temas impostergables.
En ese sentido, el rol de los municipios es traspasar las inquietudes y necesidades ciudadanas a nuestros parlamentarios para que las canalicen y de esta forma se vean plasmadas en iniciativas que den respuesta a las demandas de los vecinos.
Confío que Dios ilumine a nuestras autoridades y marque la senda para superar la crisis que enfrenta nuestro querido país y se genere un pacto social para recuperar el derecho de las personas a vivir con dignidad./
Luis Berwart Araya
Alcalde de San Fernando.