LOS "CUCHUFLÍS DEL AMOR"

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Cada día, Abel Beltrán Orellana, de 28 años de edad, aplana con una sonrisa en sus labios las calles del centro de nuestra ciudad, cargando una bandeja llena de ilusiones y de este irresistible producto relleno con manjar que encanta a grandes y chicos. "La gente es muy acogedora conmigo. Llevo muchos años en este rubro y gracias a ello me he hecho de grandes amigos", señala este joven sanfernandino, mientras se sienta en una banca de la Plazuela Manuel Rodríguez a hablar de cuchuflís y de la vida.

Abel. ¿Cuál es el secreto para fabricar un buen cuchuflí?
Se confecciona a partir de una masa esponjosa o crocante de forma tubular, sin embargo, contar con un rico manjar es primordial para producir un cuchuflí de primera. Su proceso de llenado es similar al del churro, aunque no es frito. Sobre su historia, hay una teoría que señala que se crearon durante la Colonia en la Plaza de Armas de Santiago, partiendo como barquillos más grandes y rellenos, que luego fueron achicándose por un tema de costos.

¿Quién fabrica tus cuchuflís?
Los de hoja los hace un maestro con una plancha artesanal y los de chocolate los fabrica mi madre. Nuestro secreto es el manjar, algo que los diferencia de los demás cuchuflís. Modestamente, son los más ricos de San Fernando, algo que no digo yo, sino que lo afirman mis clientes.

¿Cómo se conocen tus cuchuflís?
La gente los ubica como los "Cuchuflís del Amor", pues se fabrican con cariño y paciencia, algo que es básico para todas las cosas de la vida. Y en ese sentido, es muy importante el amor, que no es sólo palabra, sino que debe ser acción.

¿No debe ser fácil la venta de este tradicional confite?
El Señor me dio la gracia de poder relacionarme y agradar a las personas, algo que me ha servido mucho para vender mis productos. Siembro amor en la gente y ellos perciben en mí una persona honesta. En este rubro, como en todas las cosas de la vida, hay que ser perseverante. Cuando cargué por primera vez la bandeja, hace unos ocho años, me costó mucho, ya que pesa varios kilos, pero con el tiempo me fui acostumbrando y ya no tengo problemas.

¿Cómo es tu rutina diaria?
Mi día comienza muy temprano en la mañana. Me alimento bien antes de salir de casa para que el cuerpo aguante. Almuerzo contundentemente en vez de tomar desayuno, para aguantar la larga jornada que va desde el mediodía hasta las 20:00 horas. De ahí, voy recorriendo los centros médicos, las oficinas públicas, los talleres mecánicos y diversos locales. Después, transito por las avenidas Manuel Rodríguez y O`Higgins, al igual que por la Plaza de Armas, en tanto los miércoles, voy a la Feria de Manso de Velasco.

¿Cuánto cuestan tus cuchuflís?
Un paquete vale 600 y los dos quedan en mil pesos. A quienes no les alcanza el dinero les hago una pequeña rebaja y si no tienen los 600 pesos, se los dejo en 500.

¿Dónde realizaste tus estudios?
Estudié en la "Escuela 1 Jorge Muñoz Silva" hasta octavo año, después me fui al "Liceo Neandro Schilling", de donde me expulsaron por desordenado en segundo medio, para finalmente terminar mi cuarto medio en el "Liceo Heriberto Soto Soto". Me hubiese gustado estudiar algo relacionado con las comunicaciones, pero por falta de dinero no pude.

¿De qué sector provienes y quienes componen tu familia?
Vivo en la localidad rural de Miraflores, en una casa de campo ubicada en un sitio que mi abuelo recibió producto de la Reforma Agraria. Allí estoy con mi madre Angélica del Carmen Orellana Valenzuela, un hermano y otros familiares.

¿Cómo es tu relación con tu madre?
Ella es una mujer luchadora desde que tengo uso de razón. Mi papá, en tanto, como se dice comúnmente, fue a comprar cigarrillos y nunca más volvió. Él no tenía interés en conocerme. Lo vi por primera vez cuando tenía trece años de edad y después me desilusioné, entonces, di un paso al costado y luche por mi familia que la componen mi madre y un hermano, que es fruto de un fallido matrimonio que tuvo mi mamá con otra persona.

¿Te afectó mucho el no haber tenido un padre presente?
Fue lindo conocerlo. Me hice muchas expectativas. Yo era un niño falto de cariño paternal, pero él no supo entenderlo así, sin embargo, después conocí a Cristo, quien llenó todos los vacíos que había en mi corazón.

¿Decías que tienes un hijo?
A los 19 años tuve la bendición de tener a mi hijo Martín. Fue una tremenda responsabilidad ser padre. Con su madre las cosas no funcionaron, ya que éramos muy jóvenes e inmaduros. Con Martín tenemos una linda relación y como él vive en Santiago nos vemos fin de semana por medio. Lo que uno siembra cosecha y con mi hijo nos llevamos muy bien.

¿Cómo ves el San Fernando de estos días?
A la comuna la veo progresando. Su gente ahora es más amable y está menos apática, viviendo menos de las apariencias. San Fernando ha crecido, tanto espiritualmente como materialmente, lo que se puede apreciar a simple vista en los trabajos que se han hecho como la remodelación de Manso de Velasco, del Parque Abel Bouchón y la reposición de la piscina municipal, lo que se suma a otras inversiones de privados. Al actual Alcalde le ha costado mucho, pero creo que lo ha hecho bien, pese a las dificultades que ha tenido.

Abel. ¿Qué esperas de la vida?
Quiero seguir produciendo y emprender otros negocios, me gustaría dejar de vender en la calle e instalarme con algo.

Algún mensaje para los sanfernandinos
Les digo que en la vida todo se puede con esfuerzo y constancia. Deben dejar a un lado las cosas malas que les hayan ocurrido y vivir el presente, ya que las amarguras del pasado no permiten desarrollarse con felicidad. Yo cambié y no podría haberlo hecho si Jesús no hubiese transformado mi vida, dándome un espíritu de amor, de valentía y no de cobardía./

Fotos y Entrevista: Emilio Benavides Terzolo

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