Nuestra Madre Celestial

Columnas y Artículos

No pocas veces hemos dicho de nuestra madre terrenal que la tenemos en un pedestal. Mucho más podemos decir entonces de nuestra Madre Celestial. Los hijos e hijas de Nuestra Buena Madre en Nancagua han unido sus esfuerzos para allegar fondos y poder así reparar y mejorar el pedestal que sostiene a la imagen de la Inmaculada Concepción que se venera en el Santuario de Puquillay.

Dicho pedestal de granito verde acompaña a la imagen desde su instalación hace ya más de cien años, se comprenderá entonces que el mismo además de soportar el paso del tiempo ha soportado varios movimientos telúricos y ha sostenido casi incólume el no despreciable peso de la imagen que es de metal y de tres metros de altura – que como se ha dicho en anteriores artículos se encargó a Francia y costó $5.000.- (cinco mil pesos de la época), los que fueron donados por doña Ana Luisa Ortúzar de Valdés. No se tiene registro fidedigno por desgracia de quiénes fueron los canteros que construyeron el pedestal de piedra.

El terremoto del 27 de febrero del año 2010 -de triste recuerdo-, causó daños en la estructura los que con el paso del tiempo fueron evidenciándose y preocupando a los sacerdotes que formaron parte de la Parroquia Nuestra Señora de la Merced de Nancagua y le correspondió al Padre Robinson Piña Piña acometer esta tarea.

Con el fervor y entusiasmo que sólo una Madre puede despertar en sus hijos muchos nancagüinos y nancagüinas se dieron a la tarea de reunir los fondos previa evaluación de una importante y prestigiosa empresa de mantenimiento de monumentos, echados los números había que ponerse a la tarea y el domingo 16 de octubre los agentes pastorales de nuestra parroquia salieron a golpear las puertas de los hogares y a hacer realidad este milagro.

Pues, lo presupuestado se logró con creces. Se lograron reunir algo más de las cuatro millones y fracción que se requerían para reparar el pedestal de nuestra Madre. 

Este pueblo puede decir con orgullo que ha construido un pedestal para su Madre: “nuestras manos te han elevado un trono de gracia y de amor, desde donde presides nuestras fiestas y escuchas nuestras oraciones y votos” reza la oración inicial del Mes de María que por estos días iniciamos, las frescas flores del amor al prójimo, de la misericordia y la empatía y por sobretodo del amor a nuestro prójimo las colocaremos a tus pies. 

Hemos construido tu Santuario, hemos reparado el pedestal de donde nos miras benevolente y amorosa, solícita a cada uno de nuestros ruegos. Ahora sólo nos resta vivir nuestra fe con el fervor que nuestra Madre nos pide para llegar a ser algún día dignos hijos de las más Santa y de la Mejor de las Madres.

Jorge Urzúa

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