Cada 01 de noviembre las personas de diversos credos acuden a los campos santos para honrar la memoria de sus seres queridos. Este año dicha costumbre se ve afectada por la situación actual y, por ello, es necesario tomar ciertas medidas sugeridas por las autoridades correspondientes del lugar para poder EDUCAR y comprender el deseo del hombre por recordar a otro ser humano.
La necesidad de recordar a otra persona radica en un proceso psicológico básico, la memoria entre otros más, unida intrínsecamente a una necesidad antropológica y sociológica de poder CUESTIONAR la existencia humana, facultad que nos permite variar las reflexiones tanto en el ámbito filosófico, cultural, religioso y teológico.
En estos últimos ámbitos se puede mencionar la tradición judeo-cristiana que dentro de su actuar acude a la sepultura y deja alguna ofrenda en ella (flores, habitualmente). Además, en las celebraciones de su CREDO, su guía pronuncia el o los nombres de sus fallecidos. Otra forma es realizar una obra de caridad en honor de su familiar o reflexionar para conmemorar lo aprendido y vivido con esa persona que está ausente, pero nunca olvidada.
Otras costumbres presentes en Chile es la realización de rogativas o Nguillatunes en RECUERDO de sus antepasadas características propias del pueblo mapuche. También una práctica actual vista en algunos lugares del país pertenece al pueblo musulmán que consiste en mencionar un Sura en el cementerio y en la fecha de rememorar a su ser querido realizan un Sadaqah.
Existen varias opciones para honrar a los difuntos. En sí, todo depende del abanico de pluralidad religiosa que se presente en la dimensión ESPIRITUAL y la relación con otros que es básica para el desarrollo en la historia de cada uno, incluso si las personas no se encuentran la añoranza en ciertos aspectos se vuelve indispensable para recordar el legado del otro y formar así su propia “memori entis” (memoria del ser).
Rodrigo Andrés Saldaña Saldaña
Licenciado en Educación
